Temor tardío de una corbata idiota


Un hombre baja las escaleras distraído, pensando en la arena que se extraviaba irremediablemente entre sus manos. Recuerda la tarde anterior, sentado en la terraza de un café donde había leído, en un suplemento cultural, algo sobre la poesía persa y luego cae en un sueño de nubes que lo engullen y un viento que aguza sus miedos.

Bajando las escaleras sabe que le espera un reencuentro incómodo con Julia que le evocará las tardes de sus primeros amoríos, donde la inminencia de una cita era acompañada de estertores estomacales e infusiones de caléndula, preparadas compasivamente por su madre creyendo que se trataba de amebas.

Camina hasta la calle de Los Almendros y percibe el aroma del Jazmín de Noche. Camina con lentitud para prolongar el recuerdo y martilla en su cabeza que comprará, con el dinero de su jubilación, una quinta en aquel sector y que plantará jazmines, limoneros y guanábanos.

Perdido en este sueño marcha hasta una esquina, invadida por voceadores de prensa y chiquillos con el rostro tiznado y ojos de hambruna. Con los dedos cuenta los años que aún tendrá que laborar para adquirir la quinta y sus jardines. Piensa indignado en el poco tiempo que podrá disfrutarla, después de las miles y miles de horas que le quedan por laborar y que unidas se erigen como un muro infranqueable. Piensa en esa muralla de tiempo que supondrá regaños, insultos, burlas, fiebres altas, más caléndula. Se exaspera porque, por primera vez, siente que ese retiro en su quinta se pospondrá, tal vez, eternamente.

Abrumado, resuelve entrar en una tienda de ropa e invertir en una corbata. Una nacarada mano artificial la sujeta en medio de un execrable decorado navideño de aserrín y musgo.

Sube los sesenta y tres peldaños que lo llevan, de nuevo, hasta su estudio y allí lo invaden reflexiones que nunca antes le asediaron. Instantes más tarde cuelgan ya sus pies a un metro del suelo de baldosas verdes, suspendido de una corbata despreciable que le impedirá para siempre adquirir la ambicionada quinta en la calle de Los Almendros.

Commentaires

Anna a dit…
Che bel racconto!
Mi ricorda un po' la Colombia immaginaria che la mia mente ha creato dopo aver letto Garcia Marquez.
Purtroppo questa mia mente é bloccata dal freddo della biblioteca dove cerco di elaborare pensieri sul diritto cinese, non ne esce quindi nulla di poetico, scusatemi signor scrittore!
Ma chi é questa Julia? Era buona o cattiva con lui?
La vita é una tessitura interessante di fili, momenti e incontri magicamente preziosi o tragicamente dolorosi.
Attente d'infini a dit…
Voici quelques inspirations en marches nées de votre récit, Monsieur l'écrivain.

Citons par exemple
http://www.flickr.com/photos/potentialzer0/2505390687/in/set-72157600210463149/
Ou encore
http://www.flickr.com/photos/potentialzer0/2450808712/in/photostream/
Enfin
http://www.flickr.com/photos/potentialzer0/718220345/in/photostream/

Cela vous plait-il?

Bien à vous,
Mme la comtesse holographique
Diego A. a dit…
Yo como el francés y el italiano no lo controlo, prefiero escribir en castellano.
Me gustan mucho este tipo de historias en el que parece que no se dice mucho, y se dice todo.
Una gozada, Hernán.
Anna a dit…
Perdona, hablo un poquito español porqué el italiano tiene muchas similitudas, pero no lo puedo escribir en español. Hernàn puede traducir por ti!

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