El milagro de Pascal
“La enfermedad es el estado natural de un cristiano”, espetaba a sus médicos el matemático y filósofo Blaise Pascal cuando éstos le sugerían un nuevo tratamiento para sus dolencias abdominales, así como las violentas migrañas que soportaba desde muy joven.
Tan dócil visión del sufrimiento humano llegó a tener Pascal que, según su hermana Gilberte, un día redactó una plegaria a Dios para pedirle el buen uso de las enfermedades. Como testimonio de su creencia renovada, hizo tallar en su blasón esta frase: «Scio cui credidi» -yo sé en quien creo-.
Su fe se reforzó cuando su sobrina de diez años, Marguerite Périer, recibió la gracia del Señor sanándola, en el convento de Port-Royal, de una fístula lacrimal que los cirujanos juzgaban incurable.
El milagro, de sobra bien documentado, fue utilizado por janseistas y católicos en la lucha que libraban para sostener sus tesis. Y en 1728, el papa Benedicto XIII aprovechó la cura de Marguerite para recordar a sus fieles que la era de los milagros no había sucumbido.
A pesar de su piadosa alma Pascal murió prematuramente, a la edad de 39 años. Se lo llevó una enfermedad hereditaria. Dicen que sucumbió a una insuficiencia renal y daños cerebrales significativos. Hasta hoy desconocemos si Pascal en sus plegarias rogaba por un milagro que le aliviara del dolor.
Commentaires
Nous ne nous rendons compte de notre état naturel - celui de malades - que lorsqu'un vrai mal physique survient dans nos corps, comme un exemple paradigmatique qui nous ouvre les yeux..
Vous souhaitant un prompt rétablissement.
Votre,
Comtesse de Lamentano