Autobiografías intercambiables (segunda parte)



Hoy cada uno recuerda a su manera el origen de su obsesión literaria. Auster, con sólo ocho años, abordó a una estrella local de béisbol para que le firmara un autógrafo: «No tenía bolígrafo, así que me quedé sin autógrafo. Desde entonces jamás salí de casa sin bolígrafo, y supongo que de alguna forma aquello fue el principio de mi obsesión grafómana. Cuando llevas un bolígrafo en el bolsillo, siempre puede ocurrir que acabes escribiendo», explica el autor de Mr. Vértigo y Leviatán. Un poco en broma, Vila-Matas repite en entrevistas el porqué se convirtió en escritor: “Para que me lean, como respondía brevemente André Gidé. Pero también porque quería ser libre, no deseaba ir a una oficina cada mañana y porque vi a Mastronianni en la Noche de Antonioni; en esa película Mastronianni era escritor y tenía una mujer estupenda - nada menos que Jeanne Moreau-, las dos cosas que yo más anhelaba ser y tener. Casarse con Jeanne Moreau no es fácil, tampoco ser realmente escritor”. `

Cazadores de coincidencias 

No es necesario forzar la búsqueda de coincidencias y parentescos literarios. Alguna vez Vila-Matas confesó que nunca dejaba de leer una entrevista a Paul Auster porque el autor norteamericano siempre le brindaba ideas para nuevos libros. Se declara uno de los más antiguos lectores españoles de Auster. "Descubrí el libro El arte del hambre y desde entonces lo leí todo", asegura. "Recuerdo con fascinación al detective de La trilogía de Nueva York. Y las dos veces que he estado en Nueva York he acabado, sin darme cuenta, en Central Park, acordándome sin querer de ese libro". Precisamente en Nueva York se cruzaron por primera vez cuando el Instituto Cervantes los reunió, en octubre de 2007, para que leyeran fragmentos de sus respectivas obras aprovechando la edición en inglés de El mal de Montano (premio Herralde de novela y mejor libro extranjero en Francia) y que los dos comparten la misma editorial en Estados Unidos (New Directions) y en España (Anagrama). 

Allí coincidieron en afirmar la importancia que tiene para ellos incluir otros libros y anécdotas literarias en sus obras y destacaron la soledad que experimenta todo escritor. “Cuanta más experiencia de la soledad tiene uno, más paradójicamente vive la sensación de que esa experiencia no es precisamente de ostracismo o de aislamiento, sino de apertura hacia los demás”, citó más tarde Vila-Matas a su camarada Paul Auster, en un artículo de prensa que tituló ‘De lo contrario sería Auster’ y en el que se cuestionaba por qué no era Paul Auster. “Indignó a los lectores mexicanos de la revista Letras libres, porque dijeron que ya sabían que yo no era él', declaró después el catalán. 

Como si buscaran con ello reafirmar su afinidad –o tal vez por azar- asistieron al evento vestidos casi idénticamente. Llevaban uno y otro traje negro, con sus ojos de pronunciadas órbitas y sombría apariencia de poetas malditos. Y poetas ocasionales han sido, posiblemente afines a lo que opinaba William Faulkner y que cita Vila-Matas con su prodigioso arte de la citación: “un escritor que apunta alto empieza por querer ser poeta. Cuando descubre que no puede serlo, se refugia en el cuento. Cuando descubre que no puede escribir cuentos de altura, se refugia en la novela». En el inicio de su trayectoria literaria, y tras un revelador y duro viaje a París, Paul Auster tradujo a varios poetas franceses como Baudelaire, Verlaine y Rimbaud –canon de los poetas malditos-. Más tarde escribió una serie de poemas, reunidos en una antología denominada Desapariciones (1970-1979), antes de consagrarse a la novela. 

Sólo hasta 1990 publicó Pista de despegue, su segundo libro de poesía. “Yo -dice Vila-Matas- escribo novelas como El mal de Montano, de estructura férrea para llegar al cuarto de los cinco bloques del libro donde cortejo a la poesía”. Con tristeza dice haber escrito un poema en su vida, titulado Juventud a la intemperie, escrito con la idea de enamorar a una compañera de clase y “habiendo copiado prácticamente todo un poema de Cernuda. La compañera me hizo la observación siguiente: ¿Sabes que escribes muy bien? Me retiré de la poesía”. Los dos convergen también en su vacilante relación con Nueva York y Barcelona, escenarios privilegiados de sus libros. Paul Auster describe por ejemplo a Nueva York “como un espacio inagotable, un laberinto de interminables pasos”, a la vez saturado de desperdicios y huecos. El autor catalán ha dicho que el turismo ha convertido a los barceloneses en meseros. 

“Aquí a Barcelona viene todo el mundo a cagarse en la calle, y hasta les aplauden. La ciudad se ha vuelto un parque temático y no pienso tardar mucho en irme de ella para empezar una nueva y mejor vida. Me gustaría marcharme a Nueva York, que es la ciudad que está anotada en primer lugar de mi lista mental.”

Commentaires

Anna a dit…
Pardonnez-moi mon retard. Ce n'est pas faute d'avoir apprécié votre deuxième récit, la description que vous faites des deux écrivains est merveilleuse, j'aurais voulu vous détailler mes impressions au moment de ma première lecture!

Ces hommes sont étonnants, et la façon dont tu trouves des détails comme des éléments fondamentaux de leur personnalité m'intrigue.. où lis-tu tout cela?

Heureuse coïncidence, aujourd'hui au détour d'une librairie j'ai découvert plusieurs livres en français de Vila-Matas! Je ne savais pas lequel choisir, as-tu un conseil?

Je t'embrasse fort
Diego A. a dit…
Queda mucho mejor en francés, pero como no sé te lo pongo en la lengua de Cervantes.
A ver si actualizas, tronco.

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