Un tal Jean Destouches

Lo creían loco porque decía interesarse en el alma que, según él, habita en los objetos. Les parecía incoherente cuando decía que por fuerza en un objeto se encontraba el alma de sus fabricantes.
“Miren, quien hizo este lápiz, y supongamos que sea un hombre, pudo ser un miserable pederasta o un santurrón. Y en el momento de tallarlo o pintarlo pudo pensar en follar a su amante, viajar a El Cairo o Lima, o en un simple café negro en su hora de reposo. Solo la locura nos imposibilita ver este estrecho vínculo entre ellos”.
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